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A dos años del gobierno los aprestos reeleccionistas son más que evidentes, y la oposición amplía sus actividades y hace más duros y frecuentes los ataques a la administración del presidente Luis Abinader.
Si el presidente Luis Abinader se postula para los comicios de 2024, las posibilidades de que sea derrotado o de que logre una nueva victoria estarían vinculadas en principio a dos asuntos básicos:
Primero: La fortaleza y la cohesión que pueda obtener la oposición que hoy representan el danilismo y el leonelismo; segundo: el surgimiento de una nueva oposición, en la que no participen los partidos tradicionales y que resulte atractiva para la mayoría del pueblo dominicano; y tercero: el trabajo político del gubernamental Partido Revolucionario Moderno (PRM), que más inactivo no podría estar.
I-La oposición del PLD y FP
Aunque persiste la idea en dirigentes peledeístas y en los leonelistas de que en 2020 no habrían perdido la elecciones con el PLD unido (para los leonelistas, sobre todo si el candidato hubiese sido Leonel Fernández, y no Gonzalo Castillo), lo cierto es que el partido morado, tras 16 años de gobiernos consecutivos, había perdido el apoyo de segmentos importantes de la población, sobre todo por la corrupción y los abusos de poder. La imagen del PLD se deterioró hasta ser asociada a las peores prácticas en el ejercicio del gobierno y en la política.
Hubo casos de alcaldes peledeístas bien valorados, que hicieron una buena gestión en sus municipios, como Nelson Guillén, en San Cristóbal, pero en 2020 perdieron por el deterioro de la “marca” PLD.
De haber sido candidato por el PLD en 2020, Leonel Fernández habría tenido que justificar todo lo hecho por sus gobiernos y los de Danilo Medina (como lo hizo hasta el último momento de la crisis que lo llevó a abandonar el PLD), y no habría podido sostener un debate sobre asuntos tan importantes como el combate a la corrupción y a la impunidad. Si bien es cierto que los escándalos de corrupción que la ciudadanía tiene presente son los de la administración de Danilo Medina, alrededor de Leonel Fernández hay exfuncionarios y cuadros políticos que en los gobiernos de 1996 a 2000 y de 2004 a 2012 fueron el centro de graves casos de corrupción, y si se libraron de ser enjuiciados y condenados solo fue porque el Ministerio Público y en alguna medida los tribunales estuvieron supeditados a directrices políticas. Y ni qué decir de lo ocurrido en el Ministerio Público y en algunos tribunales durante los gobiernos de Danilo Medina, el país fue testigo. En consecuencia, los asuntos de transparencia, honradez, impunidad, corrupción y respeto a la Constitución y a las leyes en general constituyen terreno minado para quien resulte candidato del PLD, pero también para Leonel Fernández y su partido Fuerza del Pueblo, que por más que se empeñen en mostrarse diferentes al que llaman el “viejo partido”, provienen de las mismas raíces y de las mismas prácticas, sin que puedan exhibir grandes diferencias más allá de matices superficiales.
Se habla de las tres derrotas que sufrió el PLD en 2020: elecciones municipales, congresuales y presidenciales. Pero no hay que olvidar que Fuerza del Pueblo, el nuevo partido de Leonel Fernández, también fue derrotado, sobre todo en las presidenciales. Se podrá alegar que se trató de un partido nuevo, construido a la carrera. Es cierto, pero el cálculo que siempre hicieron los leonelistas los llevó a pensar que los peledeístas y la ciudadanía seguirían en masa al expresidente y lo llevarían de nuevo al Gobierno. No calcularon que el desprestigio de los gobiernos peledeístas afecta por igual a Danilo Medina y a Leonel Fernández, con sus respectivos partidos.
Recuperar la confianza y el apoyo de la mayoría de los votantes, aunque no es del todo imposible, será tarea difícil, tanto para el PLD como para quienes hoy están en FP. Incluso, en el caso de que ambas organizaciones de oposición pacten una alianza electoral, nada les podría garantizar que atraerán de nuevo a quienes les apoyaron desde 2004 hasta 2020. Muchas cosas han cambiado, nada es permanente en la política, como en la sociedad. Ahí están los ejemplos del PRD y del PRSC, las dos grandes fuerzas partidistas que se convirtieron en pequeños grupos en busca de aliados.
Una ventaja que opera a favor del PLD y de FP es que ambas entidades conservan sus vínculos sociales en los barrios populares, tanto del Gran Santo Domingo como de las provincias de las diversas regiones nacionales. Es una realidad que no se puede subestimar. Y, al margen de las contradicciones entre Danilo Medina y Leonel Fernández, que para algunos son irremediables, lo cierto es que se están dando coincidencias estratégicas entre los dirigentes medios del PLD y los de FP.
II-Posible alianza sin los tradicionales
En estos momentos hay dos esfuerzos por la construcción de alianzas sin los partidos tradicionales.
Uno está constituido por la izquierda revolucionaria, que se define como marxista-leninista o pro socialista.
Estos partidos, movimientos y activistas han celebrado dos amplias reuniones para tratar de encontrar puntos de coincidencia con miras a construir una opción política de izquierda fuerte y presentarla a la ciudadanía. La primera se celebró el 12 de junio, y la segunda el 21 de agosto, ambas en el presente año
Según informaron sus organizadores se trata del “Foro por un Referente Unitario de la Izquierda Dominicana”. Hasta el momento han participado 60 representantes de: Coordinación Feministas de Izquierda, Partido de la Unificación Comunista (PUC), el Movimiento Político REDES, Movimiento Caamañista (MC), Articulación Social (AS), Movimiento Patria para Todos (MPT), Movimiento Popular Dominicano (MPD), Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Fuerza de la Revolución (FR), Movimiento de Acción por una Nueva Dominicana (MANDO), Gentío por el Cambio Político y Social, Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST), el Partido Comunista del Trabajo (PCT-Observador), el Partido Socialista Dominicano (PSD), el Movimiento Revolucionario de Izquierda (MRI), la Liga Marxista Revolucionaria (LMR) y más de 50 simpatizantes de la izquierda que hoy no están integrados a ninguna organización. En las reuniones todavía no se ha discutido una posible participación en las elecciones, aunque sus organizadores han expresado que no la descartan de entrada.
Otro esfuerzo por una alianza no tradicional tiene representación en el Frente Amplio (que fue aliado del PRM en 2020), que no se considera de izquierda, sino progresista, y Patria Para Todos y Todas. Estas dos organizaciones, aunque están convencidas de que es importante la participación electoral, están abiertas a pactar alianzas con otros partidos y, sobre todo, con los diversos movimientos de lucha social.
En el caso de que ambos esfuerzos se unieran en una alianza, podría presentarse a la ciudadanía una opción de poder que reúna a progresistas, en sentido amplio, y a izquierdistas no radicales. Todavía es una posibilidad un tanto lejana. Sin embargo, no hay dudas que los izquierdistas y los progresistas en general son firmes e inquebrantables, y se mantendrán como opositores permanentes. Y sin bien no se puede afirmar que van a estar en capacidad de sustituir al partido de gobierno o que se sumarán a una alianza opositora tradicional, su permanente campaña de denuncias lesiona más al PRM que al PLD y a FP. Otro ámbito en el que la izquierda cobra fuerza y ejerce liderazgo es el de las protestas, sobre todo si obedecen al reclamo de solución para problemas de las comunidades.
Fuente: Acento